Organiza

Fundación Cristino de Vera - Espacio Cultural CajaCanarias

Lugar

C/ San Agustín, 18. C.P. 38201
San Cristóbal de La Laguna
Santa Cruz de Tenerife

Presentación

Con una extraordinaria formación académica, maestro de la composición y el dibujo, y dotado de una excepcional concepción del color y de la luz, Pedro de Guezala desarrolló su producción en el complejo panorama artístico comprendido entre 1920 y 1960.

Nacido en La Laguna en 1896, en el seno de una familia acomodada, mostrará, desde muy temprano, su vocación artística, iniciándose con Francisco Bonnín en los rudimentos pictóricos. En una primera etapa, participó en los movimientos de vanguardia literaria y figurativa que surgieron en el Archipiélago a partir del Modernismo, y buscó signos de identidad canaria en su trabajo como ilustrador en algunas de las publicaciones más innovadoras de la segunda mitad del siglo XX en Canarias, optando, en adelante, por un lenguaje adscrito a la figuración renovada.

Pedro de Guezala es un pintor realista con hondas influencias de Sorolla y de Aguiar, y es conocido, en el panorama artístico insular, como “el pintor de las magas", un tipo de campesina con rasgos raciales que gozó de gran demanda entre la burguesía local. Este éxito iconográfico monopolizó el interés por el pintor y eclipsó, en gran medida, las aportaciones estéticas de su producción más íntima: paisajes, bodegones, retratos y desnudos, además de las sorprendentes ilustraciones que el artista realizó para las publicaciones más renovadoras del momento.

La exposición se ha estructurado en cuatro escenarios. El primero, Guezala como ilustrador, descubre la vertiente más vanguardista del artista, vinculado con las revistas: Arlequín, Castalia, La Rosa de los Vientos, Mensaje y Gánigo. El segundo escenario se dedica al desnudo, género preferido por el pintor y en el que a su riguroso aprendizaje añade el magisterio desde su condición de profesor de Dibujo del Natural de la Escuela de Bellas Artes. Sus grandes composiciones, Bañistas y El baño, acusan su adhesión al Modernismo literario en su juventud. A continuación, el paisaje, al que se ha dedicado especial atención. Este tema es bastante desconocido por el gran público aunque ampliamente desarrollado por el pintor después de la Guerra Civil. En la obra paisajística recoge lo más íntimo de su producción y en ella asoma la simbología que en otros tiempos propusieran las revistas literarias sobre los rasgos de identidad del paisaje insular: cardones, piteras, tuneras y tierras yermas… Una visión en la que, según Enrique Lite, el pintor “buscó el aspecto más espinoso […] pasó por alto la alegría de nuestra flora o la grandiosa sequedad de nuestras rocas; simplemente se detuvo en el camino árido, levemente tocado de una casa aislada o la breve levedad de un cacto herido por el sol…”, que parece tener su culminación en la obra La tunera que se recoge en esta muestra. El cuarto ámbito lo integra el bodegón y el retrato. Estos géneros manifiestan la adhesión del artista a una renovada corriente realista, que según el propio pintor defendería en los siguientes términos: “Hace 25 años fui de los que se enrolaron en las filas del vanguardismo... hoy sé con meridiana claridad que fue fruto de un apasionamiento y de un espejismo. (…) Estos pedazos, estos flecos que el vanguardismo ha ido desprendiendo en su roce con el arte de nuestro siglo, constituye lo más hermoso de su vida porque ha nutrido al arte no vanguardista de lo que le faltaba para tener una vida auténticamente propia”.

Por todo ello, este nuevo encuentro con la obra de Guezala se presenta como una novedosa propuesta que invita, además de recuperar la memoria de una de nuestras personalidades más cercanas, a descubrir los escenarios más ignotos del artista, aquellos por los que el pintor sintió una gran pasión y exploró con total libertad, demostrando su talento y maestría.