INTRODUCCIÓN

Japón heredó de China todos los elementos esenciales para la producción del libro: un sistema de escritura para registrar la lengua hablada, el papel y la tinta, la técnica del grabado en madera e, incluso, un modelo de libro desarrollado. La forma más antigua de libro japonés, modelada al estilo chino, consistía en cortes de seda o de papel doblados en forma de rollo. El rollo de mano o kansubon fue el modelo de libro dominante durante casi mil años después de su introducción hacia el siglo V. A lo largo de estos 1.500 años se han desarrollado múltiples modelos de encuadernación, que van desde los libros en acordeón y las encuadernaciones de cuatro agujeros al libro de varios pliegos (retchôsô), el estilo más genuinamente japonés.

Los libros japoneses se caracterizan por su sencillez de construcción y su levedad, ya que se componen básicamente de papel japonés (washi) y tela de algodón o brocado. Actualmente en Japón, el uso de la encuadernación tradicional se reduce a libros de invitados, álbumes de caligrafías, libros de artista y algunas ediciones especiales de libros impresos. No obstante, estas encuadernaciones siguen atrayendo con fuerza a numerosos artistas contemporáneos, calígrafos, fotógrafos, encuadernadores y editores, dentro y fuera del Japón, para dar un soporte original a sus creaciones.

El conocimiento de los diferentes formatos, estructuras, materiales y métodos de construcción de los libros tradicionales orientales, es también de utilidad primordial para los restauradores y conservadores de archivos y bibliotecas a la hora de enfrentarse al estudio, catalogación y restauración de este tipo de fondos.