Buena parte del arte de postguerra está determinada por el trauma. El existencialismo y el informalismo, como tendencias internacionales, tuvieron una dimensión acaso generalista. Pero hubo, en paralelo, expresiones más íntimas y periféricas en las que se reflejaba, tal vez de modo más auténtico, esa humanidad herida. El simbolismo paradisíaco de Joan Brotat, los demonios de Joan Ponç, las visiones místicas de Josep María de Sucre, pero también el lirismo nostálgico de Eduardo Vicente, la grotesca humanidad de Francisco Mateos o los descarnados desiertos de la Escuela de Vallecas, parecen buscar, mediante la sublimación, una salida viable a su profunda angustia.
Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona. Profesor en el Centro Universitario de Diseño y Arte EINA, adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesor asociado en la Facultad de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra. Sus principales ámbitos de estudio son el arte de postguerra, el diseño y el arte contemporáneo. Ha comisariado numerosas exposiciones, entre las que destacan Utopies de l'origen. Avantguardes figuratives a Catalunya, 1946-1960 (Generalitat de Catalunya, Palau Moja, Barcelona, 2006), Alphonse Mucha. Seducción, Modernidad y Utopía (Caixaforum, Barcelona y Madrid, 2008) o La lliçó de Diògenes (Tecla Sala, L’Hospitalet de Llobregat, 2016). Actualmente está a cargo del proyecto del MNAC (Museo Nacional de Art de Cataluña) para la patrimonialización, el estudio y la difusión del arte de postguerra.
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