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FERNANDO CASTRO BORREGO

fernando Castro BorregoCatedrático de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de La Laguna. Especializado en vanguardias históricas y surrealismo. Autor de un centenar de artículos y una decena de libros sobre estos temas. De sus publicaciones destaca Óscar Domínguez y el surrealismo, (Madrid, Cátedra, 1978), a punto de aparecer su segunda edición, corregida y aumentada. Ha publicado una Antología crítica del arte en Canarias y trabajos sobre el mito del Renacimiento en Nietzsche, los nuevos pilares del arte español, los objetos surrealistas, la pintura española de los 80, entre otros. Con Estrella de Diego, Francisco Jarauta y Valeriano Bozal es coeditor del libro Arte y escritura. Comisario de exposiciones de arte canario del siglo XX en Viena, Washington, Jerusalén, Praga, Bratislava, etc. Asesor de la Fundación César Manrique y miembro del consejo de redacción de la revista Descubrir el arte, Madrid. Director de la BAC del Gobierno de Canarias, serie de monografías sobre artistas canarios.

Conferencia: El paradigma Chardin

Me propongo abrir un diálogo con el filósofo francés André Compte-Sponville, a propósito de la exaltación que este hace de Chardin en un libro titulado Chardin o la materia afortunada. La primera reflexión que suscita la obra de este pintor francés del siglo XVIII es una idea paradójica: la pintura sólo se torna elocuente si renuncia a hablar de aquello sobre lo que no cabe decir nada. “Aquí está usted otra vez, Chardin, gran mago, con sus composiciones mudas” –exclamó Diderot. En efecto, el silencio es el gran tema de Chardin, como también de Vermeer. ¿En qué medida este paradigma puede postularse como un paradigma en el “ruidoso” arte actual? ¿Qué significan las imágenes de la vida cotidiana que contemplamos en las pequeñas composiciones silenciosas de Chardin? Lo que está en juego no es sino una nueva relación entre ética y estética. La imagen de El niño de la peonza, uno de sus cuadros de género más famosos, ofrece una idea de la infancia y de la educación que nada tiene que ver con la que impera en el seno de la sociedad de consumo. Aquel niño que contempla su juguete, embargado de un sentimiento de paz y serenidad, no es un niño de hoy, hiperactivo y ansioso, o condenado a serlo. La pregunta es la siguiente: ¿debe postularse dicha imagen de la infancia como un ideal? En los albores de la Ilustración, Chardin nos plantea un modelo de vida en el que el equilibrio entre emoción y razón constituye la meta de nuestra existencia. La reflexión que inspiran estas imágenes de la vida cotidiana en la pintura de Chardin lleva a establecer una comparación con las distintas versiones que en la pintura y la fotografía contemporáneas se dan de estos temas. ¿En qué reside la diferencia? ¿Estamos ante un cambio de paradigma o ante un espejismo? ¿La pintura de la vida cotidiana que surge tras la crisis de las vanguardias le hace justicia a Chardin o lo traiciona? En cualquier caso, el ideal de humanidad que persiguió este artista francés del siglo XVIII puede que sea inalcanzable, pero sigue teniendo vigencia en un mundo sin valores como el que vivimos.

Obra Social Cajacanarias
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