Nadie puede negar que los franceses han contribuido a la humanidad con uno de los mejores inventos que podemos disfrutar. Todo lo que vemos moverse en la pantalla se lo debemos a los hermanos Lumière, que consiguieron que las imágenes estáticas que producía su padre, fotógrafo semi-profesional, cobraran movimiento con el cinematógrafo. El origen del cine se remonta a finales del siglo XIX y la historiografía señala 1895 como fecha oficial de su nacimiento con la grabación de un corto de menos de un minuto de duración, conocido actualmente como “La salida de la fábrica Lumière en Lyon”, realizado por los hermanos Lumière. Pero fue la magia y la imaginación de otro francés, Georges Mèlies, el que hizo realidad los sueños de las personas al mostrarlos en la gran pantalla. Por fin, la fantasía podía volar a través de la luz y Mèlies se convirtió en el inventor de películas de ficción. Desde aquel entonces, el cine francés, que este año cumple los 120 años de nacimiento, se ha caracterizado por el sentido del gusto, de perfección, por su capacidad creativa y de abstracción en producciones de género, culto y alternativo, gozando de un gran apoyo estatal, lo que lo convierte en abanderado del cine europeo. En este sentido, este ciclo de cine que presentamos, constituido por cinco grandes largometrajes de reciente creación, ha sido posible gracias a la colaboración del Instituto francés y del Ministerio de Asuntos Exteriores, encargados de la promoción y difusión de la cinematografía francesa a nivel internacional.
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